Civismo y solidaridad: primero en casa, luego en la calle

Civismo y solidaridad: primero en casa, luego en la calle

Es una deficiencia de nuestro tiempo el individualismo y la propia realización personal mal entendida; son dos hitos enmascarados para conseguir la felicidad; es bastante frecuente usar frases como: «yo hago siempre lo que me viene en gana» o «hago lo que me apetece» para demostrar que se ha llegado a la máxima aspiración, sin darse cuenta que en este camino pueden quedar muchos heridos por el propio egoísmo de quien sólo piensa en si mismo.

 
Acostumbrar a los hijos e hijas a apoyar en pequeñas acciones y cooperar en la marcha del hogar para hacer la vida más agradable a la familia, es implicarlos y de forma habitual y práctica enseñarles a vivir el civismo y la solidaridad. No es necesario tener demasiadas normas de urbanidad escritas en un libro, sino que padres y madres tienen que dar testimonio, empezando ellos, participando y enseñando con su actitud a los suyos. En temas de comportamiento, siempre queda grabada la imagen que se da en el hogar. 

Hace poco, mientras esperaba mi turno para comprar en una tienda, un pequeño de tres años reclamaba a su madre la golosina que le había comprado. Ella, serenamente, le contestó: «por favor», y el niño lo repitió y recibió la golosina, también con el recordatorio de dar las gracias y tirar el papel de envolver en la papelera. 

Otro día, yendo en autobús, subió un anciano, haciendo un gesto de contrariedad puesto que todos los asientos estaban ocupados. De la parte de atrás se levantó una niña de unos 12 años y, con una sonrisa, sentó materialmente al hombre en el asiento que ella ocupaba. 

Así también, andando por la calle de mi barrio vi la siguiente escena: una chica muy bien arreglada estaba sentada en un banco de la calle conversando con un mendigo, de los que van recogiendo con un carrito todos los desechos aprovechables que encuentran. 

Tres ejemplos vividos, a los que cada uno de nosotros podríamos añadir otros; escenas de la vida diaria que ayudan a vivir el civismo y la solidaridad. 

En una entrevista a una persona de reconocido prestigio en el terreno educativo, se le preguntaba sobre el civismo. Una de las respuestas que daba haciendo referencia a los medios de comunicación, decía que «eran responsables del lenguaje pobre de los niños y jóvenes», pues ellos repiten lo que aprenden a través de la televisión. ¿Estamos atentos en la familia de tener cuidado de las palabras que utilizamos y de qué programas ven nuestros hijos? 


Para culminar, se enumerarán algunos puntos a tener en cuenta para ser realmente transmisores de valores como el civismo y la solidaridad:  

  • Promover el buen gusto y la sensibilidad por las cosas bellas.
  • Evitar ver programas de televisión de violencia, sobre todo los que contengan un lenguaje grosero y escenas violentas.
  • Moderación en las comidas, y, a la vez, procurar conversar en la mesa escuchando las opiniones de los demás.
  • Mantener un aspecto personal agradable, sin estar a la última moda, pero sí limpio.
  • Canalizar la rebelión de los adolescentes, procurando lugares y actividades de ocio adecuados.
  • Practicar la puntualidad para no hacer perder el tiempo a quienes nos están esperando.
  • Escuchar música con el tono adecuado.
  • En la calle utilizar los contenedores, papeleras y no ensuciar.
  • Mostrar respeto y cortesía con las personas mayores, inmigrantes y discapacitados.

Una frase de Platón dice: «El objetivo de la educación es la virtud y el deseo de convertirse en un buen ciudadano».

Fuente: Victoria Cardona – Profesora y educadora familiar